4.9.13

Café para dos

Cris me preguntó por ti y yo le dije que no tenía ni puñetera idea de dónde estabas.
Te deberías de preocupar más por él, me dijo. Aguanté las ganas de mandarla al cuerno y empecé a lanzarle preguntas insidiosas.

—¿Sabes esos hombres que se pasan la vida haciendo planes para un futuro que nunca llega? Los detesto, a todos ellos. Creen que por planificar ya nos van a encerrar en su futuro, como si pudieran. Crean una falsa seguridad y se aferran a ella en lugar de saber cómo mantenerse a tu lado día tras día. Una deliciosa estupidez que cada vez los aleja más del presente.

—Pues a mí me gusta hacer planes de futuro— replicó como si no supiera de qué le estaba hablando.

—Hablando de planes de futuro, ¿cuándo piensas ir a Marruecos, eh? Llevas soñando con ir desde que conozco, y de eso hace ya más de nueve años.

—Cuando a Carlos le den permiso para cogerse unas vacaciones en la oficina.

—Exacto. ¿Y qué pasa si te mueres mañana? ¿Dónde quedan tus planes de viajar a Marruecos? Toda la vida planeando algo que en realidad nunca va a ocurrir. ¿No te parece absurdo?

—¿Y qué harías en mi lugar?

—Hacer las maletas, coger todos los bonitos recortes que has hecho durante años de guías y revistas con indicaciones de aquellos lugares que quieres visitar y largarme este mismo fin de semana.

—Pero...

— Futuro inmediato, nena.

—Carlos no tendrá vacaciones hasta...

—Olvida a Carlos. Déjale una nota en el frigo y márchate.

—Yo no soy como tú.

—¿Qué quieres decir con eso, si se puede saber?

— …

—¿Que yo no tengo pareja, que no sé lo que es llevar la responsabilidad de una relación?

—En parte, pero no te enfades. Ya sabes que la situación es diferente para cada una.

—Sería diferente incluso si viviéramos la misma.

—Reconócelo. Si Carlos me dejase ahora, me sentiría perdida y lo único en lo que podría pensar para animarme sería en quién sería el próximo. En cambio tú...

—Sí... yo soy más de las que piensa se ha quedado una soledad preciosa, ya verás como viene a enamorarme algún hijo de puta y la jode.

—Exacto. Pero no te enfades. Es sólo que yo no soy tan radical.

—Yo no soy radical, es sólo que...

— ...que tienes miedo. Tienes miedo de que te vuelvan a partir el corazón.

La miré. A veces no podía evitar preguntarme cómo una persona tan distinta a mí era capaz de verme tan bien. Ella me miró a su vez, con sus profundos ojos rasgados. Guardamos silencio durante unos minutos y entonces me levanté de la mesa para ofrecerle más café.






2 comentarios:

  1. No está mal, ha sido agradable leerlo porque es real, auténtico.

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  2. A veces los que parecen más valientes, más lanzados, en realidad son los que más miedo tienen. Muy buena forma de explicarlo con un bonito giro de la historia.
    Un besazo!!

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