15.10.13

Ouija


Nunca te lo confesaré, pero siempre que me siento perdida vuelvo a tus palabras. Tus palabras, olvidadas hace ya más de dos años, muertas en el ciberespacio guardando la imagen y el pensamiento de un hombre que ya no existe, pero atestiguando al mismo tiempo que vivió. Que vivió, y amó, y sufrió, y se hizo grande, se hizo olvido y volvió a resurgir de sus cenizas -y créeme cuando te digo que una parte de mí se odia por no haber tenido nada que ver con eso-.

Me gustaría ignorar que siempre estuvimos tan lejos entre distancias y sentimientos, me gustaría tenerte hoy en mi ciudad, con mis años, y sentarte en una silla y que me hablaras tan claro como en tus escritos. Tal vez sí, ahora, sabría encontrarles provecho.

Tal vez sí, ahora, podríamos encontrarnos en un mismo espacio y mirarnos sin rencor ni desprecio. Podrías ser algo más que el fantasma que ahora eres y que me habla desde el pasado sin saber siquiera que lo hacías. Y yo podría ser algo más que un cinturón olvidado tras una noche de pasión con el que cargas en cada mudanza, y quien sabe si habrás tirado o guardado en algún cajón de casa de tus padres.