26.11.15

Temporal


Somos dos copos de nieve
flotando en un desierto de tiempo
universal.

Mi refugio,
la frialdad
(aparente).

Tu refugio,
la perfección
(inalcanzable).

Somos dos copos de nieve
fundidos en morado
-feminista-.

Y el mar cambia
y se tiñe de diversos colores
y ya no seremos nieve,
sólo agua que apenas
salpique con un par de gotas
la orilla del recuerdo.

Diluimos la memoria
entre copas;

ahora sólo quedan trazos
desgarrados.

Por ejemplo,
tú y yo solos
en esta inmensa habitación.

Juzga tú tanta ambición:
yo sólo quise ser pequeña
entre tus brazos.









24.11.15

Nostra terra


En ocasiones, en el cruce de caminos de dos personas que jamás se han visto, ocurre algo maravilloso. Esa serendipia aparece de forma circunstancial a lo largo de nuestra vida, pero cuando lo hace nos marca de un modo especial. El ser humano, tan atado a las cadenas del mundo tales como el tiempo y la vejez, vence momentáneamente esos obstáculos y se hace atemporal. Como dos hojas que en un golpe de viento se entrelazan, separándose después y llevándose cada una un pedazo de la otra, así queda el espíritu marcado por tan preciosa coincidencia, lo que desencadenará fenómenos extraordinarios a cada choque de partículas hermanas.

No importa el tiempo que las lleves conociendo o las dificultades que hayáis tenido que pasar. Sabes que al mirar en los ojos de la otra persona subyace un pensamiento, un sentimiento y un instinto de pertenencia. A esa persona le pertenecerás por siempre y ella a ti, ocurra lo que ocurra. Cuando nieve, llueva o el cielo se cubra de nubes que amenacen tormenta, los ojos de esas personas serán quienes te otorguen la paz, la seguridad de que ya se puede derrumbar el mundo porque tienes un talismán infalible cerca que no permitirá acercarse al miedo.


Tal vez para quien se siente eternamente apátrida sea un consuelo tener su propio hogar a base de sonrisas y miradas en un mundo plagado de canciones y banderas que no le representan. Ellas son el único motivo para poder resistir en medio de tanta tierra hostil donde, no importa el idioma, siempre nos sentiremos extranjeros.