Somos dos copos de nieve
flotando en un desierto de tiempo
universal.
Mi refugio,
la frialdad
(aparente).
Tu refugio,
la perfección
(inalcanzable).
Somos dos copos de nieve
fundidos en morado
-feminista-.
Y el mar cambia
y se tiñe de diversos colores
y ya no seremos nieve,
sólo agua que apenas
salpique con un par de gotas
la orilla del recuerdo.
Diluimos la memoria
entre copas;
ahora sólo quedan trazos
desgarrados.
Por ejemplo,
tú y yo solos
en esta inmensa habitación.
Juzga tú tanta ambición:
yo sólo quise ser pequeña
entre tus brazos.
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