31.1.13

Te hablaré de mis pesadillas...



¿Cómo lo haces, aprovechar cualquier rendija para colarte a pesar de que sellé hace años todas las entradas...?

Sólo te basta una palabra, tal vez ni siquiera eso, y apareces en mi sueño sonriendo como siempre. Y no ha pasado el tiempo, yo sigo siendo la chiquilla tímida y torpe de antaño escondida bajo el pintalabios, y a ti sólo te basta mirarme para hacerme sentir que haría cualquier cosa por ti.

Me hablas de tu futuro, de tus proyectos, y yo te doy alas y te insuflo ánimo deseando que si te vas al otro extremo del mundo, tal y como deseas, no me dejes en el camino y me lleves contigo.

...me hubiera gustado tanto ver el mundo a tu lado.

Una vez te tuve y te perdí, así de rápido, como un parpadeo de labios: dos inconscientes jugando al amor, apostando besos por mera diversión. 

Y cómo no, hago gala de mi inexperiencia y, queriendo arriesgar en el juego, apuesto el corazón y pierdo.


Por eso ya no tengo miedo a mis pesadillas, me persigue una manada de lobos y casi esbozo una sonrisa, me caigo por un acantilado y mi único deseo es llegar al final para seguir soñando algo más interesante... pero apareces tú por las rendijas de mi inconsciente, sin ser llamado, y apenas me atrevo a retenerte entre mis brazos. Durante el sueño estoy segura de que mi respiración se hace más pausada, intentando detener un tiempo que se me escapa entre los dedos.

Y me despierto temblando, a veces ruedan lágrimas por la almohada, vuelvo a tener la misma sensación de pérdida y derrota que me acompañará siempre, de que te he tenido unos segundos y te he vuelto a perder sin poder hacer nada.

Y ese es mi temor más profundo, por eso mis sueños ya no me dan miedo y casi me producen carcajadas... porque mi peor pesadilla es cotidiana. 
Lo que realmente me encoge el corazón y me hace desear la muerte es despertarme cada día en un mundo en el jamás encontraré tu sonrisa al otro lado de la cama.

28.1.13

Paradoja


Mi abuela solía decirme, 
en nuestras charlas confidenciales, 
que lo que tenía que hacer cuando creciera 
era encontrar a un hombre 
que fuera bueno, 
trabajador 
y que me quisiera.

Ese futuro llegó 
y encontré, tras mucho buscar, 
a ese hombre bueno, trabajador, 
que me amaba con locura. 

Ironías de la vida, 
entonces fui yo la que no lo quiso a él.

Final alternativo:

Años después me di cuenta de que era lesbiana.

24.1.13

Munición


Déjame prestarte por un momento mis ojos. Verte como yo te veo cuando me miras con esas pupilas, divididas entre la amargura y la indecisión, que tanto te caracterizan. Te presto mis ojos para que te observes con atención, la forma en la que escupes las palabras que me diriges, fugaces y precisas como proyectiles, en un vano intento de hacerme daño.

Todos los hombres no son iguales; en cambio, los vengadores como tú sois todos despreciables, sin distinción.

Te veo como a un niño que intenta someter mi voluntad apuntándome a la cabeza con una pistola de juguete, totalmente convencido de que surtirá efecto porque lo ha visto en las películas.

Tu error es sencillo: apenas me conoces en el largo tiempo que has estado conmigo. Vengarse es complicado, porque para empezar hay que ser inteligente, conocer bien a la persona a la que intentas dañar y luego no resultar patético.

0 de 3.

Sólo quiero ayudarte.

De nada.

21.1.13

Sinsaberes


Tú y yo no sabemos cómo vivir en el mundo.

Simplemente fingimos que lo sabemos.

Lo fingimos ante los demás.

A veces, ante nosotros mismos.

Y lo hacemos tan bien, que a veces somos nosotros los que nos creemos que sabemos hacerlo de verdad.

Pero no nos engañemos: tú y yo no sabemos cómo vivir en el mundo, y eso es lo único que sabemos. Por eso, acumulamos una lista interminable de pasiones y obsesiones en solitario que se crean y se destruyen por igual: para ocupar nuestro tiempo y, de paso, no pensar que no sabemos vivir en el mundo como todos, junto a todos, los demás.

Y tal vez sea esta maldición de saber que no sabemos vivir en el mundo la que, en ocasiones, haga que sepamos vivir en el mundo mejor que los demás. Sólo que, normalmente, esto no lo sabemos.

18.1.13

Juegos de azar


A veces juego las cartas demasiado deprisa, sin pensar (lo que pocas veces es mi estilo), y eso conlleva el riesgo, en ocasiones, de perder la partida antes de empezar. 

Siempre queda la otra cara de la moneda por enseñar, apostar al negro en lugar de al rojo, o arriesgarme a sonreír a la gelidez de tus ojos desde la distancia para infundirles algo de calor.

Déjame limpiar el tablero y elegir otro juego, empezar de nuevo. 

Siempre preferí los dados porque, si no acierto a la primera, puedo volver a tirar.

15.1.13

De tus soledades infinitas


Estás ahí, al otro lado de la pantalla, recorriendo estas líneas con la mirada y desgastando mis palabras mientras el monitor hace lo mismo con tus pupilas.

Sé de ti y de tu soledad infinita; de todas esas punzadas que te impiden concebir el sueño por la noche, de las miradas perdidas y anhelantes que envías por la ventana esperando a que la suerte las recoja.

¿Sabes cuánto puede durar la caída de un cubito de hielo en el vaso, el incesante tintineo contra el vidrio hasta que por fin se apaga el licor?

Cuánto te puede matar el silencio en un instante. Como esa luna por la noche, como la almohada de tu cuarto ahogando tu respiración. Casi tanto como las palabras vacías.

Qué me puedes decir que desconozca. Tantas cosas y ninguna.

Tal vez ahora sea lo mejor callar.

Tus soledades infinitas también son las mías. Qué más da encontrarse en lugares distantes si al final lo que resulta es una soledad compartida.

Mira ahora por la ventana y dime si no sientes mi mirada contra el cristal; impresa en tus huellas a cada paso que das; guardada entre tus sábanas por la noche.

Dime ahora si la soledad no es ficticia, si sólo la inventas para excusar tu nostalgia y tu melancolía.

Siempre te acompañarán los recuerdos y las palabras. Las palabras que apacigüen tus soledades infinitas. Tal vez, si quieres, las mías. Y entre ellas, elige aquellas nunca dichas, pues esas siempre serán las más importantes.


13.1.13

Presentación *


*Ceremonia social inventada por el diablo para premiar a sus súbditos y castigar a sus enemigos.

-Ambrose Bierce-
Diccionario del Diablo