24.1.13

Munición


Déjame prestarte por un momento mis ojos. Verte como yo te veo cuando me miras con esas pupilas, divididas entre la amargura y la indecisión, que tanto te caracterizan. Te presto mis ojos para que te observes con atención, la forma en la que escupes las palabras que me diriges, fugaces y precisas como proyectiles, en un vano intento de hacerme daño.

Todos los hombres no son iguales; en cambio, los vengadores como tú sois todos despreciables, sin distinción.

Te veo como a un niño que intenta someter mi voluntad apuntándome a la cabeza con una pistola de juguete, totalmente convencido de que surtirá efecto porque lo ha visto en las películas.

Tu error es sencillo: apenas me conoces en el largo tiempo que has estado conmigo. Vengarse es complicado, porque para empezar hay que ser inteligente, conocer bien a la persona a la que intentas dañar y luego no resultar patético.

0 de 3.

Sólo quiero ayudarte.

De nada.

1 comentario:

  1. Es dificil imaginar un mayor desprecio que ridiculizar así los intentos de quien trata de llamar tu atención.

    Le has dejado sin armas de una forma entre magistral y cruel.

    Un abrazo!

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