Tú y yo no sabemos cómo
vivir en el mundo.
Simplemente fingimos que
lo sabemos.
Lo fingimos ante los
demás.
A veces, ante nosotros
mismos.
Y lo hacemos tan bien,
que a veces somos nosotros los que nos creemos que sabemos hacerlo de
verdad.
Pero no nos engañemos:
tú y yo no sabemos cómo vivir en el mundo, y eso es lo único que
sabemos. Por eso, acumulamos una lista interminable de pasiones y
obsesiones en solitario que se crean y se destruyen por igual: para
ocupar nuestro tiempo y, de paso, no pensar que no sabemos vivir en
el mundo como todos, junto a todos, los demás.
Y tal vez sea esta
maldición de saber que no sabemos vivir en el mundo la que, en
ocasiones, haga que sepamos vivir en el mundo mejor que los demás.
Sólo que, normalmente, esto no lo sabemos.
Quizás a las pasiones y a las obsesiones les pase como a la energía, que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
ResponderEliminarSí existe la sospecha de que esa manera de no saber vivir en el mundo hace vivirlo mejor que los demás. Pero se queda ahí, en sospecha.
ResponderEliminarEn cualquier caso, probablemente para creer que sabes vivir en este mundo... hay que ser bastante ciego, o bastante inocente.
Un abrazo!