29.12.15

Pregunté al dios de las mil caras









¿Te acuerdas de cuando tenía menos años
y me reía con un deje amargo de la vida, pero con fuerza,
y tú contestabas a los desafíos que te planteaba
y no nos importaba el mañana
porque lo enfrentaríamos poco a poco
y que pasara lo que tuviera que pasar?

¿Te acuerdas de cuando no tenías arrugas en los ojos
y a mí las comisuras de los labios no se me torcían
ligeramente hacia abajo
y éramos locos
y un nuevo día traía la promesa de una nueva aventura
y una vez casi nos detiene la policía
y recogíamos autoestopistas al azar
y brindábamos con champán porque era lo único que había
aunque a mí no me gustara y a ti tampoco
y las dificultades desaparecían al andar?

¿Te acuerdas de cuando aparecía en tu portal
con una cerveza cualquiera
y tú me hacías pasar y me regañabas
porque te tenías que levantar temprano
y a mí me daba igual y me llamabas desconsiderada,
y una vez construímos una cabaña junto al lago
y en un descuido casi pegamos fuego al bosque,
se incendió tu chaqueta y tuviste que rodar por el suelo
mientras te besaba y llorabas porque te quemabas
y porque a la vez te tiraba sin querer tierra en los ojos?

¿Te acuerdas de cuando me invitaste a una copa en la azotea
de un bar de moda y yo me reí por eso
y tú querías besarme, pero me intuías herida
y no querías hacerme daño
y estuvimos debatiendo durante diez minutos
sobre lo apropiado o no del hecho de que nos besáramos
y al final me cansé de tanta palabrería
y me reí porque parecía que para acercarse a mí
hiciese falta echar una instancia?

¿Te acuerdas cuando trabajábamos en cualquier lado
hasta altas horas de la noche si hacía falta:
yo de camarera, tú limpiando barcos
y yo recogía gatos y más gatos ante tu desesperación
y querías embarcarte en un viaje de cien años
pero es que la arena del cajón felino no dura ni dos semanas?

¿Te acuerdas cuando nos apropiamos de una cama de matrimonio
porque dijimos que éramos más indecentes que el resto
y por eso nos pertenecía,
la gente del Opus nos miraba con cara rara,
y yo escribía poemas de amor malísimos
y tú te dormías sobre mi costado y te daba mucho calor
y te aguantabas?

¿Te acuerdas de cuando te encerraste en la cocina
y yo me aferraba a tu espalda y besaba tu cuello
y la música flotaba a nuestro alrededor
hasta que nos sobró la ropa y con dulzura
me llevaste hasta la cama como un niño travieso?

¿Te acuerdas cuando leíamos libros de magia negra
intentando unir nuestras almas
aunque luego quisiéramos ser talibanes científicos
y defensores del rigor a ultranza a pesar de tener una oratoria
oportunamente engañosa y teatral
que nadie conseguía desbaratar
y nos inventábamos mentiras increíbles
y una vez le dijimos a tu hermano
que en realidad estuve dos años de novicia
esperando entrar en una orden
y yo lo miré con mis ojos claros y limpios
y él asintió creyéndome?

¿Te acuerdas de aquella ocasión en que tu hijo
se subía a los bancos y yo le dije que era una bruja
y por una vez juro que dije la verdad,
aunque él no pareció creérsela del todo
y yo te miré y me besaste y fui, simplemente, feliz?

¿Te acuerdas de aquella vez que me llevaste a un bar de hippies
y no sabías cómo iba a reaccionar porque me veías demasiado burguesa
-aunque te daba lo mismo en el fondo-
y yo me alegré de poder ser espontánea, 
de que nadie viniera a molestar a la mesa
y las velas nos acompañaban y hacía frío
y yo no quise decirte que noviembre era mi mes menos favorito?

¿Te acuerdas de cuando besé a tu mejor amigo por error
y luego visitamos cada irlandés como si fuera el último,
hasta que un día, sin saber por qué,
te fuiste y te llevaste un pedacito de mí
y ahora tengo aún más miedo de los ojos azules,
pero siempre recordaré los tuyos?

¿Te acuerdas de cuando te cacé en un concierto
y me invitaste a una cerveza, aunque no tenías un duro,
y yo estaba rota y aún así reí contigo,
todos leyeron que había puesto los ojos en ti
y cuando dijiste adiós se escuchó a lo lejos
el beso que no nos dimos?

¿Te acuerdas de algo o tendré que relegarlo a la ficción,
fingir que nada pasó,
o que esto le pasó a otra o lo soñé,
adimitiendo así que en esta vida,
más de lo que nos gustaría reconocer,
aquello bueno que nos pasa es sólo cuestión de suerte?

Así que últimamente cada vez que quieras verme
no vuelvas a buscarme en el pasado.