25.2.14

Cuando Sally encontró a Harry


Nuestras miradas,
el lazo que nos envuelve.

Una sonrisa,
escarcha de invierno
convertida en agua.

El frío,
motivo perfecto
para desaparecer contigo.

Licor,
un cultivo para el desastre.

Canciones,
secreto para observarte
desde la oscuridad.

Mi silencio,
un instante para ser cómplices.

Tu mano en mi cintura,
aliento para continuar.

La ausencia,
sólo un pretexto
para extrañarte.

18.2.14

Terapia con el Joker


Nunca quise ser como esas personas que destruyen todo lo que tocan. Destruir es ser torpe. Y a nadie le gusta ser torpe, ni causar dolor, a menos que seas un sádico sin escrúpulos, claro.

Los héroes siempre se presentan como personajes que a pesar de tener un gran poder de destrucción dentro de sí, logran dominarlo y utilizarlo para bien. Yo siempre quise ser un héroe, aunque nunca comprendí el alcance destructor que tiene una persona. Es lo terrible de la naturaleza humana, que puede destruir cosas fundamentales desde la más profunda ignorancia e inocencia. El ser humano puede ser estúpidamente destructor y esa maldición no nos abandonará nunca.

Cuando por fin entiendes la maldición que hay dentro de ti y comprendes que no estás en disposición de dominarla, sientes miedo. Sientes miedo por ti y por todos los que te rodean. Eres una bomba a punto de estallar, y como no quieres explotar en las cercanías de alguien a quien amas, huyes. Huyes todo lo lejos que puedes, y más, esperando llegar a algún sitio iluminado que pueda aclarar la oscuridad que reside en tu interior y, por fin, liberarla.

Si hay algo que sé a ciencia cierta es que el miedo siempre nos convierte en peores personas. Pensaba que el miedo y la prudencia van de la mano, pero no es necesariamente así. La prudencia te hace avanzar, despacio, pero avanzar. El miedo te paraliza y te hace temblar cuando ves tu propia sombra. El miedo doblega tu voluntad y la convierte en un animalillo quejumbroso que gime entre sollozos desde la esquina. El miedo nos hace perder un poco más de quienes somos y, por lo tanto, nos destruye.

Es paradójico que pueda existir el miedo a la destrucción, cuando el miedo crea destrucción por sí mismo.

Por fortuna el miedo no es algo estático y a veces desaparece. Son esos escasos momentos de lucidez cuando puedes comenzar a comprender lo que ocurre. Y puedes elegir. Puedes elegir ser otra cosa, una persona sin miedo, por ejemplo. Y a veces se consigue. Tener miedo es lo radicalmente opuesto a ser quien quieres ser. Tener miedo es lo opuesto a perseguir una pasión. Tener miedo es lo opuesto a respirar en paz.

Yo no quiero tener miedo. No quiero dejar al azar mi capacidad de extender la destrucción un poco más. Quizá hace falta un poco más de vida para llegar a entenderlo del todo.


10.2.14

Nómadas



Cuando hayan asfixiado tu corazón,
tu voluntad y tu espíritu en cada uno de los rincones de la Tierra
¿dónde te esconderás entonces?