10.9.13

Ariadna en el laberinto


Borré todas las huellas que encontré a mi alrededor
porque no quería seguir los pasos de nadie,
sólo distinguir las mías en la arena
cuando mirase hacia atrás.

El camino se iba haciendo por momentos
más largo y angosto,
y en más de una ocasión tuve miedo
por si no era capaz de volver a respirar.

Es todo tan difícil
cuando te falta el oxígeno,
cuando te fallan las fuerzas
cuando todos los demás están tan cerca 
y tan lejos a un mismo tiempo.

Y el sendero sigue ante ti,
es lo único que permanece constante
aunque no sepas si serpentea formando un zigzag
o una espiral infinita.

Qué te queda si no es calmar la sed
y continuar hacia delante,
ignorando si rezar por salir del laberinto
o por encontrar al minotauro cuanto antes.

2 comentarios:

  1. Al final casi siempre ocurre lo mismo: se acaba descubriendo que lo que se tomaban por huellas de uno mismo son en realidad las del minotauro...

    ResponderEliminar
  2. Y sin embargo hay veces que para salir la única forma de conseguirlo es encontrar lo que andas buscando.

    me encantó el poema.

    Cuídate.

    ResponderEliminar