Borré todas las huellas que encontré
a mi alrededor
porque no quería seguir los pasos de
nadie,
sólo distinguir las mías en la arena
cuando mirase hacia atrás.
El camino se iba haciendo por momentos
más largo y angosto,
y en más de una ocasión tuve miedo
por si no era capaz de volver a
respirar.
Es todo tan difícil
cuando te falta el oxígeno,
cuando te fallan las fuerzas
cuando todos los demás están tan cerca
y tan lejos a un mismo tiempo.
Y el sendero sigue ante ti,
es lo único que permanece constante
aunque no sepas si serpentea
formando un zigzag
o una espiral infinita.
Qué te queda si no es calmar la sed
y continuar hacia delante,
ignorando si rezar por
salir del laberinto
o por encontrar al minotauro cuanto
antes.
Al final casi siempre ocurre lo mismo: se acaba descubriendo que lo que se tomaban por huellas de uno mismo son en realidad las del minotauro...
ResponderEliminarY sin embargo hay veces que para salir la única forma de conseguirlo es encontrar lo que andas buscando.
ResponderEliminarme encantó el poema.
Cuídate.