Estoy inmersa en algo grande, mucho más
grande que yo y ahora no me puedo detener. Si caigo en las viejas
trampas de antaño tendré que empezar de cero y eso me demorará
todavía más, así que continúo sin descanso.
No, no puede ser, no puedo hacer un
alto en el camino y jugar a ser normal, por mucho que yo quiera y que
tú quieras. Funcionaría durante un rato y luego todo sería papel
mojado. Nos merecemos algo mejor.
Sin embargo, no te miento. Esto lo hago
sobre todo por mí. Si empiezas a estrechar el cerco me agitaré como
un animal encerrado. Me asfixio fácilmente.
Voy y vengo. No podrás evitarlo, pero
sabrás que eres alguien para mí porque siempre vuelvo. Y si no, no
te preocupes, tampoco te perdías tanto.
. . .
Sólo yo sé lo que he
perdido dentro de mí, así que no te atrevas a juzgarme. No hagas
como los demás, no intentes asirme a las normas sociales del cortejo
o la amistad porque nunca me ajustaré a ellas. No encajo y además
no tengo ningún interés en hacerlo.
. . .
Un verso de mi infancia
rezaba quiéreme entera o no me quieras. Demasiado incompleto
a la vez que conciso. Hazme anáforas, son las construcciones más
lógicas dentro del vaivén caótico de la lírica. Entorpezcamos su
economía, mejoremos su pragmática. Quiéreme libre, perdida,
confusa, furiosa, enamorada, ambivalente, analítica, esquiva, fugaz.
Quiéreme pálida, abstraída, amena, hiriente, viciosa, cansada,
impertinente, locuaz. Quiéreme guerrera, cortés, amarga, obstinada,
silenciosa, cansada, mordaz. Quiéreme eterna, oscura, intermitente,
cálida, distraída, belicosa, procaz. Y ahora si quieres dilo,
quiéreme entera o no me quieras.
. . .
Se
teme a lo que se desconoce y nuestros miedos se demonizan. Quizá
pueda parecer más benigna a los ojos de los demás si dejan de tener
miedo, si se acercan. Sin embargo, el ser humano es absurdo y cuando
ve una flor desprotegida en el campo, la coge bajo la falsa ilusión
de poseerla. Ésta se marchita y muere, su naturaleza queda destruída
por el deseo egoísta de tener la belleza de un álter para uno
mismo. Y ante esto, mejor no mostrarse débil ante los caprichos,
claro que hay que enarbolar las espinas bien altas y decir: intenta
cogerme si quieres, pero sangrarás.
. . .
Pedís
mujeres fuertes, pero cuando no se doblegan ante vuestra voluntad,
maldecís y lo tacháis como muestra de maldad. Seguridad a cambio de libertad, pero la seguridad no existe. Hay sacrificios que no merece la pena hacer porque fallan desde la misma base. No derribéis a quien simplemente quiere volar más alto.
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