Recuerdo esa mirada. Tu mirada de
desprecio. Desprecio hacia mis ideas, mis sentimientos. Ya había visto una muy
parecida. Las personas egoístas parecéis todas hechas con el mismo molde. Todas
alabáis la libertad ajena hasta que ésta empieza a discordar con vosotras y a
poneros contra las cuerdas. No tenéis secretos para mí. Las que conozco tienen
en común una cosa: muestran prejuicios por todo lo que yo soy capaz de amar en
un golpe de vista. Esa es mi medida. Siento lástima por vuestro mundo tosco,
gris y limitado; por vuestro espíritu y conciencia aún más pequeños y sesgados.
Por tener el corazón tan estrecho. Trabajo cada día por ser lo opuesto a
vosotras. Abrir tanto mi pecho que pueda ignorar vuestra pobreza en humanidad y
hasta contemplaros con ternura, sabiendo que somos de especies diferentes y
nuestro tiempo habla de cada cual. Hay quien malgasta su tiempo en odiar; hay
quien invierte su tiempo en amar.
Lo has explicado divinamente. El odio tiene mucho que ver con la intolerancia y, por lo general, la gente que actúa así no suele disfrutar con nada...
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Elvis. Estoy muy cansada de las personas que tratan de destruir por destruir, sin más. Un saludo.
EliminarEstoy completamente de acuerdo. No hay nada más triste que juzgar sin conocer y, lo que es peor, no darse la oportunidad de saber más o mirar con otro prisma.
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Hola Pérfida, qué bueno saber de ti :)
EliminarCreo que hay muchos tabúes y estigmas que deberían ser pulverizados a la mínima ocasión. Qué aburridos son los prejuicios.
Saludines :)