He vuelto a fumar. Sí,
ya sé lo que me vas a decir. Que si soy débil. Que si otra vez. Que
si el vicio me ha atrapado cuando tan sólo lo inicié para recordar
unos labios fugaces que ya no están. Porque el tabaco me recordaba a
sus besos, que ya me dan igual, y ahora sólo sirven para calmar la
ansiedad.
Más bajo no se puede caer.
Una vez le dije a un
tonto en un colchón traicionero que guardaba mucho dolor en mi
interior. Ni siquiera comprendió la primera palabra, pero igualmente
se lo dije.
A veces siento que no
tengo derecho a lamentarme porque ni siquiera recuerdo qué es lo que
echo de menos. Tener la certeza de que aunque volviera tras mis pasos
ya nada sería igual. Tener miedo a no saber echar de menos. Tener
miedo a no echar de menos a nadie nunca más.
No sé en qué momento me
arranqué el corazón y lo lancé lejos. No se movió ni se quejó,
ya estaba muerto cuando lo saqué del pecho. Cayó dentro de un lago
y vi cómo se iba hundiendo lentamente en el agua. Me prometí que
esa sería la última vez que lo usaba.
Me hablan del amor y se
me escapa un mueca de cinismo. Sé muy bien dónde voy a terminar.
Encerrada en un maldito presente. Que eso no es estar encerrada,
pero. Le daré todo lo que quiere de mí al tiempo sin resistencia
alguna. Ya ves, tan sólo juega conmigo. Sólo soy la viuda de un
pobre corredor de apuestas. Y he perdido. Cuando apuesto al rojo
siempre sale negro. Y así no hay quien salga de la pobreza.
Seré lo que me quede de
entrañas. Ya no sé ser otra cosa. Me empeñé en que la vida me
hiciera sangrar para poder recordar después los golpes desde las
cicatrices. De eso se trataba vivir. De llenarme de cosas que
terminarían esfumándose pero que en un futuro no muy lejano me
hicieran no sentirme vacía aunque estuviese sola. Le perdí de
pequeña el miedo a las pelis de terror cuando me di cuenta de que al
no temer a los fantasmas, éstos vienen a abrazarte por la noche y te
susurran dulces cuentos en la oscuridad.
Escribir es como fumar,
todo depende de tener dentro una gran fábrica de humo.
Me quedo con varias frases con las que me siento muy identificado. "Tener miedo a no saber echar de menos. Tener miedo a no echar de menos a nadie nunca más."
ResponderEliminarYo a veces no sé si me arranqué el corazón y lo tiré bien lejos o lo hicieron por mí.
Me gusta la entrada. Ánimo con tu blog y con todo lo demás. (Letra pequeña: y no fumes que es malo)
Muchas gracias. Y no fumo, era una "licencia poética" ;)
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