30.5.16

Augusteum


Míranos.

Vivimos en dos mundos tan distintos que cuando nos chocamos por el pasillo nos sorprende que aún siga ahí el otro.

Incluso cuando vamos a los mismos sitios, parece que el otro nunca estuvo allí. Mis fotos, tus fotos, casi nunca hablan de ti y de mí. Hablan de mí. Hablan de ti. Hablan de tus amigos. Nosotros es un pronombre que sólo habita en casa, tras la alfombrilla de la puerta. Y ni siquiera entonces.

Se acabó, dije. ¿Sabes por qué? No es porque hubiera comida todavía a medio terminar o porque los alimentos fueran a caducar de un día para otro. Dije se acabó porque, cuando tuve hambre y fui a la despensa, estaba vacía.

¿Se puede sobrevivir a base de telarañas? No tengo dinero para comprar nada más y me gusta ver bailar a las arañas en la red.

¿Qué nos queda?

¿Esnifar juntos el polvo en honor a todos aquellos que nos faltaron en enero? ¿O en febrero? ¿O en diciembre?

Tengo reseca la piel, primero humedecida por el llanto, luego agrietada por la falta de… todo.

Y tú escribes dilemas en tu cuaderno, terribles, que no me dices. Y yo no escribo nada en ningún sitio, pero lo pienso. Y no te odio secretamente porque no quiero. Porque a todos los sentimientos negativos les prendí fuego. O fuego o nada. No me permito tener espacio para odiar. Ni para el rencor. Ni para que me duelan ya las cosas que me dolieron en su momento.

Necesito que afloren nuevos sentimientos en mí y mirar al mundo con ojos nuevos.

Así que cuando mires la despensa vacía, no sientas pena.

Podremos escribir con el dedo que lo intentamos.

La vida también es ésto.






No hay comentarios:

Publicar un comentario