Cansada de luchar contra los monstruos
detengo mis pies en el camino
y sonrío al adversario.
Mido mis fuerzas
-tan ajenas ya y tan propias-
contra el vacío.
Y los veo circular cada día.
Pasan por mi lado y me rozan
lamiendo las botas de cualquiera.
Ellos todo tienen que perder.
En cambio
a mí la boca
sólo me sabe a
pólvora.
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