Cuando te marches
te llevarás al verano contigo
y sólo dejarás un puñado de hojas
caídas
en el parque
que arrastraré con los pies por todas
esas calles
que compartimos.
Cuando te hayas ido,
empezarán la lluvia y el frío
a salpicar el calendario con luces
rojas
y las noches se harán más largas
y mis notas se harán más cortas
expuestas todas al pie de los poemas
que un día escribimos.
Cuanto ya no estés
dejarás huérfanas a tus canciones
y tendré que adoptarlas para que no
mueran de pena;
un nuevo agujero se nos abrirá en el
pecho
a mí
y a todos los que un día llegamos a
ver
tu
sonrisa
de
soslayo,
y no pudimos evitar enamorarnos
perdidamente
de
ella.
Cuando llegue tu ausencia
tendremos que dejarte un hueco en el
abrigo
para que vengas a llenarlo con palabras
recién salidas de tu boca,
con un agosto que no termine
y nuevas aventuras que vivir
en el bolsillo.
Y sí,
Septiembre cae una vez más sobre
nuestros ojos
y nuestras manos
ajándolos por igual con nuevas
grietas.
Sin embargo,
tú y yo tenemos suerte, amigo mío,
porque el tiempo no sabe pasar por
nosotros;
por quien sabe mirar siempre con el
corazón nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario