26.1.14

Desconocida del siglo XXI


Llevamos mucho tiempo sin hablar, tal vez demasiado, por eso quizá te extrañe tanto que me dirija a ti en estas circunstancias.

Ya lo ves, al final he decidido hacer como tú, permitirme ser cobarde. Llevo pensando en una solución desde hace varios meses y no he encontrado otra salida más que ésta.

Quizá me odies ahora, vuelvo a irrumpir en tu vida sin permiso y de este modo, además. La buena noticia es que ésta es la vez definitiva.

No trato de justificarme en ningún momento, no creas que defiendo este acto final al que me ha empujado la desesperación más absoluta. Y es que en último término, es el miedo y la incertidumbre convertidos en desesperación los grandes protagonistas de nuestra vida y, en ocasiones, los responsables de nuestra muerte. Tiene mucho sentido que sea así.

No lamentes mi marcha. Recuerda que lo que a mí me hace daño es pensar en ti y no tenerte. Éste es el único modo de no pensar en ti, de no tener presente a cada momento que la vida es caprichosa y que no me has brindado la oportunidad de conocerte en los entreactos.

Lo que me apena de todo esto es que te dejo solo, aunque ya lo estabas antes de que supiera de tu existencia.

Estás solo y ahora ya no podré ayudarte. Tampoco parecías querer mi ayuda.

No estaré ahí para cuando te rebeles, para cuando decidas acabar con todo y elegirte a ti de entre todas las cosas. No estaré ahí para cuando levantes la cabeza y sonrías y sigas adelante. No iba a estar de todas formas, jamás me hubieras dejado estar, porque a mí lo que se supone que me competen son otras cosas, según tú.

Sin embargo, en un último acto hago homenaje a tu cobardía como reflejo de la mía propia y te elijo a ti. Ya que no voy a estar en tu vida, prefiero no estar en absoluto.


De tener alguna petición, te pediría que, de vez en cuando, pienses un poco en mí. Pero qué cosas digo. Es tan ridículo que una desconocida te pida que pienses en ella, ¿no te lo parece?

No hay comentarios:

Publicar un comentario