10.6.18

Argonauta


Nadie te dice de pequeña que crecer es tener que reinventar tu vida una y otra vez. Cuando miras el mundo de los adultos te los imaginas tan estables, rectilíneos y seguros. Quizá por eso se inventan tantos cuentos para hacerte dormir por las noches, porque la única realidad inmutable es la ficticia.

La mitad de las veces nos obsesiona tanto que el timón se mantenga erguido que no nos damos cuenta de que la dirección del viento cambia y nos arrastra por una corriente difícil de prever.

¿Has cambiado tantas veces la dirección del timón que ya perdiste el norte?

El ritmo de la vida te lleva con suavidad hacia nuevos puertos y tienes que decidir si bajarte o no. ¿Qué diría ahora tu yo de cinco años o de quince, si te viera? Todo está contenido en ti y el fluir de la existencia hace brotar algunas de las semillas que guardas. ¿Podrás elegir cuáles son las correctas para hacer crecer y continuar con ellas?

He reinventado mi vida tantas veces que ya sólo quedan algunos rayos de sol y muchas cenizas con las que me dedico a hacer dibujos en el suelo.

Un ciclo interminable donde todo vuelve, donde todo se contiene a sí mismo.

Mi intuición, que pienso trocada por una brújula torcida, siempre se encoge ante el aglutine de (a)normalidades cuánticas.








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