18.8.16
16.8.16
Descensum
Oyó cómo la llamaba por su nombre. Supo que no podía escapar. Él apareció de improviso, alargando sus garras. Ella retrocedió a tiempo, no obstante, y las garras no llegaron a alcanzarla. Su piel estaba intacta, sólo destrozó su camisa. Él sonrió con la sonrisa de media luna, su boca llena de cuchillos se entreabrió hasta marcar sus arrugas en una mueca infernal.
—Tienes una deuda que pagar —graznó.
—Lo sé.
—El precio es tu sangre.
—Lo sé.
—Y vas a volver a caer.
—Lo sé... pero... hoy no.
Los ojos de él relampaguearon en la oscuridad.
7.8.16
Límite interdimensional
Quien escriba
deberá reconocer,
desde la más absoluta honestidad,
que las letras siempre tendrán sus límites:
hay miradas que nunca podrán expresarse con palabras.
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